Empezó a escribir muy pronto, cuando todavía celebraba cumpleaños de un dígito….
¿cómo se forjó su vocación de escritora?
Rosa Montero (RM) No se forja…es que eres, eres escritora de la mima forma que eres mujer o tienes el pelo negro; siempre me defino como escritora orgánica justamente por eso, porque es algo que emana de lo que tú eres, de la construcción como persona. La mayoría de los novelistas hemos empezado a escribir de niños. Yo empecé con cinco años a escribir cuentos, así que desde que me recuerdo como persona, me recuerdo escribiendo y eso quiere decir que es algo estructural en mí, absolutamente estructural; no lo escogí, estaba ahí y es como una especie de esqueleto exógeno que me permite mantenerme en pie.
Su última novela —La buena suerte— aborda el conflicto entre mal y el bien, entre el
egoísmo y la empatía, entre el derrotismo y la esperanza. ¿Por qué quiso abordar estas
dicotomías?
RM. Pues tampoco es algo que yo hiciera voluntariamente…Las novelas son sueños que se sueñan con los ojos abiertos, nacen del mismo lugar del inconsciente de donde nacen los sueños y verdaderamente tú no escoges las historias que cuentas, sino que las historias te escogen a ti. Por supuesto que todo eso que parece mágico porque está fuera de tu control, de tu consciente, es en realidad, simbólicamente, algo muy representativo tuyo porque lo que está saliendo es tu inconsciente. Tus novelas son muy tú, mucho más tú de lo que tú puedas siquiera saber. Hablan de cosas tan profundas tuyas que casi no tienes palabras para nombrarlas, al menos para nombrarlas conscientemente. Pero, insisto, a mí me preocupan mucho en mi vida real el bien y el mal, el horror, el abuso de poder, y todas esas cosas que me preocupan en mi vida consciente acaban emergiendo por sí solas. Ya te digo que no es que me propusiera escribir sobre eso; sale por sí solo de alguna manera.
La imaginación de los escritores contiene obsesiones que saltan de una obra a otra.
Algunos de los fantasmas que han salpicado la suya son (o han sido) el paso del tiempo y
la muerte, el poder, la identidad, los enanos…
RM.Los fantasmas del escritor…los fantasmas son obsesiones, efectivamente. Son palabras, son temas, son historias, son imágenes que se repiten una y otra vez. Muchas veces el escritor no es ni siquiera consciente de ellos y son como sueños recurrentes o pesadillas, como sueños que uno repite y repite y que no sabe muy bien qué es lo que le está intentando decir su inconsciente. Muchas veces no eres ni consciente de que lo estás haciendo. Puedes decirle a un escritor, ¿te has dado cuenta de que tus novelas están llenas de barcos?, y el escritor a lo mejor te dice no, no me hado cuenta. Y sin embargo, su última novela se llama el navío azul, ¿no? O sea, es algo que verdaderamente es chistoso.
A lo largo del tiempo te vas dando cuenta de algunas de esas obsesiones. Yo las tengo: el paso del tiempo y la muerte, desde luego. Mis novelas son esencialmente existencialistas. Hay periodistas que me preguntan por qué escribo siempre sobre la muerte y a mí me da la risa porque ¿sobre qué otra cosa se puede escribir? La muerte es lo más importante del ser humano: venir al mundo con la conciencia del yo, ese yo tan grande —todo lo nuestro es tan importante— con tantos deseos de vivir, todos esos proyectos de futuro y que… enseguida te hagas viejo —si tienes suerte porque si no tienes suerte te mueres joven— y en otro aleteo de las horas, en otra fugaz vuelta de tuerca te has muerto. Y luego, vuelve a pasar el tiempo y en otro aleteo de mariposa, se han muerto quienes te conocían y ya no queda ni recuerdo de ti.
No sabes muy bien a qué se deben esas obsesiones. Algunas las llegas a identificar. El paso del tiempo y la muerte no es uno de esos fantasmas —porque sí soy consciente— sino uno de mis temas esenciales. Los fantasmas son esos temas que aparecen sin que tú seas consciente…como los enanos, en mi caso. Me di cuenta que había un montón de enanos en mis novelas. O las ballenas, hay muchas ballenas en mis novelas. O las cicatrices y las mutilaciones. Mis personajes tienen una tendencia a tener cicatrices y mutilaciones increíble, que preocupa. Bueno, sería entrar en un nivel casi de diván de psicoanalista, tratar de explicar lo que significan todas ellas y no voy a entrar, pero sí que representa algo muy profundo.
En La loca de la casa, un ensayo novelado sobre el oficio de escribir y sobre la
imaginación (premiado dentro y fuera de España), dijo “escribir novelas es lo más
parecido que he encontrado a enamorarme”…
RM. Sí, así es y no solo me pasa a mí. Ahora en el libro que estoy preparando, que sale el 30 de marzo y que se llama “El peligro de estar cuerda”, medio ensayo, medio ficción —donde abordo la creación y la locura— me doy cuenta de que es así para muchos escritores; Emmanuel Carrère, por ejemplo, tiene frases al respecto.
Muchos escritores creo que unimos el sentimiento de estar enamorado con el sentimiento de la escritura que son dos experiencias álgidas intensísimas vitales, de las más intensas. Yo solo he encontrado algo parecido o comparable a la intensidad de estar enamorado apasionadamente en la escritura. O solo he encontrado algo comparable a la intensidad de escribir y es estar enamorado apasionadamente. En ambos casos, estás alienado porque cuando estás escribiendo una novela estás ocupado en la novela. Piensas mañana, tarde y noche en la novela. Te estás lavando los dientes y piensas en la novela. Y cuando estás enamorado apasionadamente en esos primeros meses de ardor, de incendio, pues estás absolutamente obsesionado por el otro o por la otra. Te estás lavando los dientes y ves su imagen en el espejo.
Cuando estás escribiendo una novela y cuando estás enamorado apasionadamente tienes la sensación de estar en vísperas de un prodigio. Crees que al momento siguiente va a haber la comunión perfecta, el momento del amor absoluto con el otro, y no digo ya solo físico, sino de unión absoluta. Cuando estás escribiendo una novela, también te sientes en vísperas del prodigio de rozar la frase más bella, el texto más hermoso. No se llega al prodigio en ninguna de las dos circunstancias, pero tienes esa sensación. Y lo más maravilloso de ambas cosas, de cuando estas escribiendo una novela y de cuando estás enamorado apasionadamente, es que estás tan fuera de ti que realmente la muerte no existe. Recuerdo una entrevista que le hicieron a Vargas Llosa hace algunos años y decía que mientras está escribiendo es inmortal. Y es verdad: mientras escribes eres inmortal. Y mientras estás enamorada también eres inmortal y eso es absolutamente maravilloso.
Aunque la mayoría de sus novelas transcurre en el espacio temporal que llamamos
presente, en 2005 escribió una novela ambientada en el siglo XII, Historia del rey
transparente. Después —entre 2012 y 2018— publicó tres novelas de ciencia ficción
(Lágrimas en la lluvia, El peso del corazón y Los tiempos del odio) que se desarrollan en el
futuro ¿Qué la empujó a escribir una novela ambientada en el Medievo? ¿Qué la llevó a
abrazar la ciencia ficción?
RM. No me empujó nada. Repito lo de antes: tú no escoges las novelas que escribes, las historias te escogen a ti.
Me gusta mucho la Historia, la Historia Medieval y la Grecolatina, y llevaba un par de años leyendo a los grandes medievalistas —franceses fundamentalmente— pero también otros. Historiadores como Le Goff, Joseph Calmette o Georges Dubby, y de pronto, se me ocurrió Historia del rey transparente.
Las novelas nacen de una idea sumergida en tu cabeza salida de no sé dónde, como si fuera un sueño diurno. Un día se me ocurrió una imagen de unos campesinos arando sin animales, tirando ellos de la reja del arado, y en el campo de al lado, 400 guerreros matándose luchando. Me di cuenta de que era una novela…una novela medieval porque los guerreros iban con armadura. O sea, no lo escogí.
Con las novelas de ciencia ficción ocurrió lo mismo. Como lectora, siempre me ha encantado la ciencia ficción y la ciencia, en sí misma, también me gusta mucho. La ciencia ficción te proporciona una herramienta poderosísima para hablar del aquí y ahora y profundizar en la realidad. Para mí da igual poner la novela en el siglo XII o —como en mis libros de Bruna Husky— en el siglo XX porque siempre estás hablando de los mismos temas, de esos temas que hemos tocado antes: el paso del tiempo, lo que el tiempo te hace, la muerte, el sentido de la vida —si es que tiene alguno— el poder, el abuso de poder, el mal y el bien, el amor, la necesidad de los otros para que la vida merezca la pena de llamarse vida…
Si no me equivoco, catorce de sus novelas tienen como protagonista a una mujer…
Aunque se declara feminista —y a pesar del protagonismo femenino en su obra— la
mayor parte de esta no constituye una indagación exclusiva en el alma y el el sentir de las
mujeres, sino una indagación en el alma y en el sentir de todo el género humano. ¿No
cree, pues, en la literatura utilitaria y/o militante?
RM. Por supuesto que no creo en la literatura militante, es una aberración. Tú no escribes para enseñar nada, escribes para aprender, para poner un poco de luz en las sombras de lo que somos. La escritura es un viaje de conocimiento y si empiezas ese viaje con las respuestas previamente decididas es una traición a lo que para mí es el sentido de escribir novela. Escribir ficción es una búsqueda del sentido de la existencia y la literatura utilitaria, sea el utilitarismo que sea, es una aberración y una traición a lo que es la ficción. El ensayo, sí. Puedes escribir ensayos utilitarios, pero desde luego, ficción, no.
Sobre mis protagonistas…. tengo tres protagonistas masculinos absolutos y un coprotagonista en La hija del caníbal y …eso es lo normal…la mayoría de los novelistas construimos de nuestro mismo sexo a la mayoría de nuestros protagonistas, es lo normal. En los hombres, no se nota tanto…por el prejuicio —siempre me ha irritado mucho— que todos y todas tenemos metidos en la cabeza que hace que cuando una mujer escribe una novela protagonizada por una mujer parece que está escribiendo de mujeres, pero cuando un hombre escribe una novela protagonizada por hombres parece que está escribiendo sobre el género humano. A mí no me interesa nada escribir sobre mujeres, me interesa escribir sobre el genero humano, pero es que el 51% del género humano somos mujeres.
Como periodista y novelista ha recibido infinidad de galardones nacionales y extranjeros.
Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas y las tesis doctorales sobre su obra se
cuentan por decenas. ¿Cuál es su secreto mantener el ego atado en corto?
RM. Pues en primer lugar, sentido de la gratitud por tener lectores. Clara Obligado en un libro sobre ensayos literarios efectúa una cuenta muy interesante: si un lector lee un libro a la semana entre los 8 y los 80 u 88 años, solo lee 3000 libros en su vida, que es poquísimo. Y que alguien que tiene tan poco tiempo para leer escoja un libro mío… me parece maravilloso, una suerte mayor que ganar la bonoloto.
En segundo lugar, análisis de los demás y de uno mismo. Creo que ninguno tenemos razón para creernos el colmo de la maravilla, como tampoco para creernos que somos el colmo del horror —salvo los siniestros asesinos, crueles, sádicos, que esos nunca se creen que son el colmo del horror—. Estoy hablando de los ataques de inseguridad y de falta de autoestima que tanta gente tiene. Pienso que simplemente tenemos que intentar entender lo que somos e intentar ser un poco mejores, forzar los límites de lo que podemos para ser mejores y entender que básicamente los seres humanos somos iguales.
¿Qué proyectos tiene?, ¿qué está está escribiendo?
RM.
Como he dicho antes, acabo de terminar un libro que creo que es el libro de mi vida porque creo que lo he estado escribiendo o preparando toda mi vida. Estoy supercontenta, entusiasmada, emocionada. Se llama El peligro de estar cuerda —que es un verso de Emily Dickinson— y saldrá el 30 de marzo en Seix Barral. Es mitad ensayo, mitad ficción sobre la creación y la locura y, nuevamente, sobre la vida y la muerte.
Fotografías de Iván Giménez y Patricia A. Llaneza
Entrevista realizada por María Viedma
María Viedma
Escritora
ADCOME no se responsabiliza de las opiniones de las personas entrevistadas ni necesariamente las comparte.
Asociación para el desarrollo cultural y económico entre Oriente Medio y Europa
من أجل التنمية الثقافية والإقتصادية بين الشرق الأوسط و أوروبا
Association for development cultural and economic between the Middle East and Europe