De niño, ¿hacía experimentos en casa con agua y gaseosa? ¿Cuándo y cómo nació en usted el amor por la ciencia, y sobre todo, por la investigación?
Recuerdo que en ocasiones jugaba con Cheminova, un juguete que creo todavía existe. No obstante, mi interés por la Ciencia me lo inculcó una profesora de Bachillerato, Doña Carmen Michelena, que se interesó por mi formación hasta el punto de darme clases de forma desinteresada fuera del horario escolar para explicarme conceptos básicos de química y física que obviamente no dábamos en clase.
En 1979, con apenas 29 y como director de su propio grupo de investigación en Estados Unidos, desarrolló un proyecto de aislamiento del primer oncogén humano y la identificación de la primera mutación asociada con el desarrollo del cáncer humano. Por favor, explíquenos, qué ha significado su trabajo para la ulterior investigación oncológica.
El descubrimiento de la existencia de oncogenes en tumores humanos, así como su caracterización incluido su mecanismo de activación, fue publicado en cuatro trabajos que aparecieron en los Proceedings de la Academia de Ciencias de EEUU (PNAS) (el primero) y en la revista Nature (los tres siguientes) todos ellos en 1982. Estos representan mi principal contribución al campo de la investigación oncológica y han marcado, con la excepción de un breve periodo de tiempo en los años 90, el devenir de mi carrera científica.
En 1988, ejerció la vicepresidencia de la
Oncology Drug Discovery, donde su trabajo resultó pionero en el desarrollo de las terapias de precisión. ¿Serán estas terapias una de las grandes revoluciones de la Medicina?
Efectivamente, en aquella época la idea de las terapias de precisión o terapias personalizadas era un concepto pionero que costó trabajo introducir en las grandes multinacionales farmacéuticas. No obstante, por diversos motivos que serían largos de explicar, no pudimos desarrollar ningún fármaco selectivo durante los años que estuve en
Bristol Myers. Aunque no es mi deseo que sirva de excusa, recordemos que el primer fármaco de terapia personalizada,
Gleevec, no fue aprobado hasta 2001. Irónicamente, la compañía no me permitió desarrollar fármacos contra la diana de
Gleevec, el oncogén Bcr-Abl responsable de la leucemia mielógena crónica por creer que no habría suficiente mercado. Hoy en día, las ventas de los tres fármacos más utilizados contra este oncogén, incluido
Gleevec, superan los 10.000 millones de dólares.
Por lo que respecta a su pregunta, por supuesto que las terapias personalizadas son ya una realidad en la oncología clínica y junto con la inmunoterapia, representan el futuro de los tratamientos oncológicos.
Díganos ¿echa de menos algo de su etapa de investigador en el extranjero?
Fundamentalmente el entorno científico. Por mucho que hayan avanzado las técnicas de comunicación (internet, e-mail, zoom, etc.) nada sustituye a la interacción personal. No es lo mismo estar allí que trabajar a 3000 km de distancia.
En 1998 regresó a España para crear el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas CNIO. España no era un país puntero en investigación, ¿qué le llevó a comenzar esa andadura?
Fundamentalmente, el reto de crear y poner en marcha un nuevo centro de investigación oncológica y el poder implementar en España un nuevo modelo de gestión científica basado en la experiencia de trabajar 24 años en Estados Unidos.
¿Cuáles son las principales satisfacciones que le ha brindado la dirección del CNIO?
Pues básicamente lo que le decía en la respuesta a su anterior pregunta. Y por supuesto poder comprobar cómo en tan solo unos pocos años el Centro era considerado uno de los mejores de Europa.
En 2011 abandonó la dirección de CNIO para concentrarse de nuevo en la investigación. ¿Se cansó de la gestión y del papeleo? ¿Echaba de menos la bata y la probeta?
No. En absoluto eché de menos “la bata y la probeta”, pues nunca dejé la investigación. Nunca me dejé “comer el terreno” por la gestión. Gracias a ese modelo de gestión científica que traje de Estados Únicos pude compaginar perfectamente ambas actividades, investigación y gestión. No tiene más que ver mi curriculum y verá como mi producción científica entre 2002, cuando se puso en marcha el CNIO y 2011 cuando dejé la dirección, siguió siento igual de productiva que antes de volver a España.
Dejé la dirección por dos motivos. Principalmente, porque no creo que sea sano que un centro sea dirigido por alguien durante más de dos décadas. A las pruebas me remito. Además, también influyó la falta de “cultura de centro” de la mayoría del personal senior que pude reclutar. Si bien todos hicieron grandes aportaciones científicas y contribuyeron al prestigio del centro, la mayoría solo se preocupó de su propio entorno, sin contribuir al éxito colectivo del centro. Algo que creo es consecuencia de la falta de cultura científica en nuestro país.
En 2019 usted y su equipo lograron la regresión completa del cáncer de páncreas en ratones, lo cual abre la puerta a un tratamiento eficaz y/o a la curación del cáncer de páncreas humano. Desde esos hallazgos, ¿qué avances han tenido lugar en la investigación de fármacos que ofrezcan esperanza a los enfermos?
Permítame puntualizar que, si bien estos resultados pueden abrir la puerta al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas, siempre hay que tener en cuenta que los tumores experimentales nunca son tan agresivos ni complejos como los tumores humanos. Además, nuestros experimentos están basados en la eliminación de dos dianas terapéuticas, RAF1 y EGFR, mediante técnicas de manipulación genética. Para poder validar estos resultados farmacológicamente, paso previo al desarrollo de ensayos clínicos, es necesario que existan inhibidores selectivos. Desgraciadamente, si bien ya existen contra EGFR, todavía no existen contra RAF1, algo que puede llevar muchos años.
Por otro lado, ya se están desarrollando inhibidores contra KRAS, el oncogén responsable de la iniciación de este tipo de tumores pancreáticos. Los primeros ensayos clínicos son esperanzadores, pero aparecen resistencias de forma muy temprana por lo que será necesario utilizar combinaciones de fármacos como apuntan nuestros trabajos con modelos experimentales en los que era necesario eliminar dos dianas y aun así, solo la mitad de los tumores respondieron.
El cáncer en general y el adenocarcinoma de páncreas en particular, son muy complejos como para pensar que podremos vencerlos con solo uno o dos fármacos por muy potentes y selectivos que sean.
¿Cree que la financiación privada -como inversión económica o de negocio- es positiva para la investigación en general y para la del cáncer en particular?
La investigación básica depende fundamentalmente de la inversión pública. Ahora bien, sin inversión privada no existirían ninguna de las medicinas de las que disponemos actualmente. La sociedad debe de ser consciente de que todos los fármacos, si bien provienen de descubrimientos básicos como los comentados anteriormente, han sido desarrollados por empresas privadas. Hoy en día, el desarrollo de nuevos fármacos sería impensable sin la industria biotecnológica generada a través de capital privado, así como de las grandes multinacionales farmacéuticas.
En su opinión, ¿qué hace posible que en otros países de nuestro entorno la financiación privada apoye la investigación de forma tan decidida y decisiva?
En lo que respecta a la investigación básica, los países mediterráneos no tenemos esa cultura filantrópica característica de los países anglosajones. No obstante, y sin minusvalorar la importancia de la contribución de la filantropía privada, la principal responsabilidad de mantener una investigación básica potente y de excelencia debe de venir a través de la inversión pública.
En lo que respecta a la investigación aplicada, es decir en lo que concierne a la industria biotecnológica y farmacéutica, para que haya inversión privada, primero tiene que haber una inversión pública sólida y estable en el tiempo. Si esto se consiguiera algún día, puedo asegurarle que la inversión privada vendría de la mano. Pero no se puede empezar la casa por el tejado.
Finalmente, algunas de las personas que siguen nuestro blog podrían estar interesadas en apoyar económicamente la investigación oncológica en España. ¿Qué opciones existen en este sentido?
Mi recomendación sería que se pusieran en contacto con las personas que dirigen tanto la Fundación de la Asociación Española contra el Cáncer como la Fundación CRIS contra el Cáncer. Por supuesto que esta recomendación no quiere decir que el apoyo a otras fundaciones o entidades de menor alcance no sea también importante, pero estas dos asociaciones son las que pueden contribuir de forma más eficaz a poder trasladar los resultados académicos a la clínica.
En este momento nuestro laboratorio no podría subsistir con las ayudas públicas que proporciona el Ministerio que representan un porcentaje menor de los recursos que necesitamos para poder llevar a cabo una investigación competitiva. Las ayudas que recibimos de estas ONGs, especialmente de la Fundación CRIS contra el Cáncer, son absolutamente esenciales para que podamos seguir investigando.
Entrevista realizada por María Viedma
María Viedma
Escritora
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من أجل التنمية الثقافية والإقتصادية بين الشرق الأوسط و أوروبا
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