La mayoría de los escritores se limitan a escribir. Son “escribidores”, pero no “vividores”. Además de escritor, usted es, en el sentido más favorable del término, un vividor…
Sí, eso siempre lo he sido, mi mujer dice lo mismo. Sucede que no soy escritor, soy un contador de historias. No soy un literato, pero cuento historias. Hay muchos escritores que se la pasan escribiendo y escribiendo, pero no cuentan nada, todo muy bien escrito y lo que tú quieras, pero no cuentan nada…
Es, sin duda alguna, un gran contador de historias, pero también todo un personaje de novela de aventuras, ¿no le parece?
Un poco novelero es lo que soy, pero bueno, sí algo tuve. Pudo ser por casualidad: por circunstancias familiares, yo me crié en el Sahara. No es corriente que un niño se críe en el desierto, que luego se haga submarinista, luego corresponsal de guerra…tal vez no sea muy normal, pero es que eso fue lo que la vida me dio. A otros les da otras cosas, a mí la vida me vino así, no es mérito propio, vinieron las cosas de ese modo, una detrás de otra.
¿Tiene algún recuerdo preferido de su infancia?
No, mi infancia fue muy dura, muy amarga. Nací al comienzo de la guerra civil, luego sufrimos la II guerra mundial y viví la desgracia familiar de quedar huérfano y criarme en el desierto con unos tíos que no conocía. De mi infancia no tengo recuerdos felices. Mi vida empezó a ser feliz más tarde, cuando salí del desierto y me hice submarinista y luego, cuando estudié Periodismo y me hice enviado especial y empecé a viajar por el mundo y a ver cosas interesantes, a conocer personas interesantes, a mujeres interesantes…Y bueno, tuve épocas muy felices, muy agradables, pero en realidad mi infancia y mi adolescencia fueron muy amargas.
Y todo ese sufrimiento inicial de su vida lo reflejó tempranamente en una novela…
Sí, en “Arena y Viento”, una novela que escribí a los 16 años.
Aunque el desierto ha sido muy importante para usted, el líquido elemento siempre le ha obsesionado…
Sí, el agua siempre me ha interesado. Fui miembro del equipo de natación de Canarias, también del equipo de España. Fui buceador…hoy soy el único superviviente del equipo de buceadores de Jacques-Cousteau. Fui también el jefe del equipo que recuperó los cadáveres de la catástrofe de Ribadelagos en enero de 1959 al reventar una presa junto al lago de Sanabria. También estuve durante dos años en un buque escuela. Luego estuve varios años navegando por la Polinesia. O sea que sí, que el agua siempre me ha atraído mucho. No sé jugar al fútbol, ni al baloncesto, ni al tenis, ni al golf —para todo eso de darle a una bolita o a una pelota soy un desastre— en cambio, para lo que se refiere al agua y al mar, pues sí, creo que fui bastante buen nadador y bastante buen buceador.
¿En cuantas guerras ha estado y qué ha aprendido de ellas?
Que yo recuerde fueron nueve o diez, contando las guerrillas.
La guerra te enseña buenas cosas y malas cosas: te enseña la importancia de vivir y te enseña, sobre todo, que ninguna guerra sirve para nada. Todas las guerras en las que estuve acabaron igual: nada cambió. Como diría el Gatopardo, “todo tiene que cambiar para que todo siga igual”, o sea, que tiene que haber guerras para que todo siga siendo lo mismo, para que siga habiendo poderosos, con un nombre u otro, con el nombre que sea.
Gran parte de su vida ha estado ligada al cine. ¿Cómo entró a forma parte de ese mundo?
Desde muy jovencito a mí me gustaba el cine, y de la misma manera que escribía, me pareció bien hacer cine. Empecé a escribir guiones pequeños y un tío mío que era productor, me los leyó, le gustaron y escribí otros para películas de Marisol. Y luego, poco a poco, seguí escribiendo novelas, y sucedió lo de “El perro”… mi novela “El perro” querían llevarla al cine e hice el guión. Se hizo la película y vinieron después “Ébano” y “Tuareg”. Pues eso, vas evolucionando. Al final, he hecho cuarenta y tantas películas. Algunas las he dirigido, de otras escribí el guión. Otras están basadas en mis novelas. Son 84 años los que tengo y eso da para mucho… les he sacado jugo a los años, al menos lo he intentado.
Siempre fue un hombre atractivo ¿no le le tentó la idea de ser actor?
Me lo propusieron varias veces, pero ser actor es aburridísimo, pesadísimo. Repiten la escena una vez y otra vez… no va con mi carácter. El actor llega en el último momento, cuando todo está hecho ya, cuando han intervenido un montón de personas. A mí lo que me gustaba era estar en el proceso anterior.
¿Qué ha significado la literatura en su vida, primero como lector, y luego como escritor?
Como lector lo ha significado todo porque cuando yo me crié en el desierto no había colegios ni nada. Yo no podía ir a una escuela normal, pero mi tío tenía una biblioteca muy buena y yo me leía todo. Leí a Julio Verne, a Stevenson, a Conrad, a London, de todo, hasta “Lo que el viento se llevó”, todo, cualquier cosa que cayera en mis manos.
Con respecto a la literatura que he hecho … eso nunca fue literatura… A mí cuando me preguntan por literatura, siempre respondo que soy el que menos sabe de ese tema y que tengo 106 novelas que demuestran que no sé nada. Ja, ja, ja.
Algo sabrá cuando ha vendido 30 millones de ejemplares y le han traducido a cuarenta idiomas…
Bueno, es lo que le digo: cuento historias entretenidas, eso es todo. Por cierto, el otro día me enviaron un libro escrito con unas letras muy raras y después de darle algunas vueltas me di cuenta de que era “Tuareg” en búlgaro, y me acordé de aquel chiste tan viejo… Ja, ja, ja, ja.
Usted las llama historias entretenidas, el resto las llamamos novelas de éxito internacional que forman parte de la biblioteca y del corazón de varias generaciones de lectores: “Saúd, el leopardo”, “Tuareg”, “Ébano”, las novelas de la serie “Océano”, las de la serie “Cienfuegos”. De entre todos los personajes de novela que ha creado, ¿Cuál es su predilecto?
Creo que “Tuareg. Tuareg es mi mejor novela. La crítica alemana la consideró una de las diez mejores novelas del siglo XX, lo cual me pareció una exageración descomunal, pero en fin, agrada que digan esas cosas de uno, ¿verdad? Después de Tuareg, mi personaje más querido es Cienfuegos, con él me he divertido muchísimo. Siempre me ha hecho mucha gracia porque comete unas locuras tremendas. Recuerdo que en la casa de Lanzarote, donde tengo el despacho en la planta superior, a menudo mi mujer subía por la escalera de atrás y me sorprendía riéndome. ¿De qué te ríes?, me preguntaba. De las cosas que inventa este chiflado de Cienfuegos, qué tipo tan loco. ¿Cómo que... él? Eres tú el que las inventa. No, no, qué va, se le ocurren a él, no a mí. Esas ocurrencias son suyas y yo me limito a escribirlas. Cienfuegos ha sido un personaje con vida propia, esa es la verdad.
Recientemente ha publicado “El sueño de Texas”, una novela histórica sobre la fundación de la ciudad de San Antonio…
Es la aventura de unos lanzaroteños. En la isla todavía viven descendientes o parientes de los personajes de mi novela, los fundadores de San Antonio. Quince familias lanzaroteñas que partieron de aquí en 1730, cuando se produjeron las grandes erupciones en Lanzarote. Tuvieron que irse debido a la gran sequía y a mil vicisitudes. Con grandes calamidades llegaron hasta Texas y fundaron San Antonio. Sus primeros gobernantes fueron de Lanzarote.
Es un escritor incombustible; seguro que está trabajando en una nueva obra…
Sí, en una novela sobre las recientes catástrofes en la isla de la Palma, sobre las erupciones. La tenía terminada, pero al no sentirme conforme con el resultado, decidí conservar las partes que de verdad me gustan y reescribir la mitad. Sí, estoy trabajando.
Dígame, ¿vivimos tiempos de Barbarie?
Sí, pero tiempos de barbarie hemos vivido siempre, que yo recuerde. Mire, la barbarie de Putin o de cualquier otro siempre ha estado ahí. Nací durante la guerra civil, viví la II Guerra Mundial y una decena de guerras y siempre ha habido un Putin por aquí y un Putin por allá; eso va con el espíritu humano, con no conformarse, con el afán de dominar y dominar más, como este Putin, que tiene medio mundo en sus manos y no le parece suficiente, sino que quiere más. Cuando veo el telediario me da la impresión de que estoy allí porque son las mismas cosas que ya viví años atrás en tantas guerras con el letrero de prensa sobre el pecho viendo morir a la gente a mi lado. Es lo mismo, idéntico y me digo, ¿para qué han pasado estos cincuenta o sesenta años? Dejé la profesión en 1972, ese año fue mi última guerra. Cincuenta años han transcurrido y todo sigue igual.
La guerra, los recursos, la energía…usted que ha inventado y patentado un sistema de desalinización de agua que genera electricidad, ¿qué puede decirme de lo que hoy vivimos en España?
España podría tener una autonomía energética completa porque es una península, y como tal, se encuentra rodeada de agua y se da la curiosa circunstancia de que en casi todo el litoral, salvo en Valencia, hay una montaña al lado del mar. Existe un sistema que desarrolló la Escuela de Ingenieros Españoles, con quienes colaboré, un sistema en el que el propio gobierno gastó tres millones de euros y yo me gasté otros tres, en virtud del cual, se sube agua por las noches -España es un país con muchos vientos nocturnos- a una determinada cota mediante molinos de viento, no de los que producen electricidad, sino molinos normales de los que van subiendo agua. En cuanto tienes agua a una determinada altura, ya tienes un potencial: la dejas caer de día y produces energía o desalas agua. Lo vuelves a subir y lo vuelves a bajar. Utilizando ese sistema que no son más que centrales de bombeo, que ya están en todo el mundo y que funcionan perfectamente, pero que España es el país donde mejor se pueden hacer porque es el país que tiene más montañas y más montañas cerca del mar, con eso tendríamos una absoluta independencia eléctrica, pero eso a los políticos no les conviene porque a las compañías eléctricas no les conviene. Hemos llegado a pagar el megavatio a 700 euros y con este sistema saldría a 60 o 70 euros, porque producirlo no costaría más de 40.
La guerra... está muy bien ayudar a Ucrania, y el pueblo español se está portando muy bien, pero nuestros gobernantes deben ocuparse, además, de los problemas energéticos de los españoles. No digo que no se ocupen de una cosa y que sí se ocupen de la otra, digo que se ocupen de ambas, de ambos problemas, puesto que todos tenemos dos manos: ayudar a Ucrania y resolver nuestros problemas, las dos cosas hay que hacerlas, claro que sí. Y las excusas son tan absurdas como si alguien dice que no puede sonarse los mocos porque tiene que cortarse las uñas, pues mire, haga las dos cosas. Si solo tienen capacidad para resolver una cosa, entonces no deberían estar gobernando el país.
Tengo entendido que es usted inmortal…
¿Que yo soy inmortal? Je, je, je, ¿no me diga? Bueno, lo que ocurre es que desde que en 1969 me mordió en la selva un murciélago vampiro, nunca más he enfermado. Me mordíó aquí en la muñeca. Tengo una cicatriz y en ella puede verse perfectamente la marca de los colmillos.
Hace unas semanas fui a la farmacia a comprar para mi mujer un medicamento muy común y la farmacéutica me preguntó si lo quería en gotas o en comprimidos. Le respondí que no tenía ni idea, que no había tomado una medicina en mi vida. Una señora allí presente me miró estupefacta, con los ojos como platos y me preguntó si acaso no tomaba pastillas para la tensión. No, señora, no las tomo. ¿Y como sabe si tiene la tensión alta o baja?, insistió. Pues no lo sé, mire, no me la he tomado jamás y además me encuentro perfectamente. Ambas, la farmacéutica y la señora, querían sentarme a la máquina de tomar la tensión y amarrarme aquella cosa al brazo para medir la mía. Se quedaron con las ganas, claro. Hace más de 40 años que mi mujer desistió de obligarme a ir al médico para hacerme un chequeo.
¿Qué significa para usted el humor?
Para mí es muy importante, vital y en mis libros también lo uso. A veces el humor me crea problemas con los demás, sobre todo en la familia. Estamos todos juntos, almorzando o cenando, suelto algo y se mosquean conmigo, ¿pero cómo se te ocurre una chorrada así? Ja, ja, ja, ja.
¿Cómo le gustaría que los demás le recordasen?
¡Como un descarado!
Entrevista realizada por María Viedma
María Viedma
Escritora
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